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Ahora sí, fase 1

  • Foto del escritor: Lucía P. Álvarez
    Lucía P. Álvarez
  • 28 may 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 29 ago 2021

Debo pedir disculpas a mis lectores, que, como es lógico, cada vez son menos por mi poca constancia con el blog. Con la fase 0,5 he empezado a olvidarme de las rutinas y a salir bastante de casa, algo que me alegra inmensamente, pero que a la vez me da pena porque he dejado de tener material sobre la vida confinada. Aunque ya era hora de cambiar de tema, la verdad sea dicha.

El lunes 25 de mayo, Madrid entró en la primera fase oficial de la desescalada y yo también, dejando atrás la cuarentena. La crisis económica y sanitaria ha sido gravísima, pero después de culminar el viaje introspectivo de estos meses de confinamiento, una tiene que prepararse para la nueva normalidad, donde todo vuelve a ser igual que antes pero con mascarilla y a dos metros.

Volviendo a la crónica general, como novedad de la fase uno destaca que el alcalde abrió por fin los parques, algo muy bien recibido porque nosotras vivimos al lado de Madrid Río. La única nota negativa: la avalancha de ciclistas con ropa fosforita. Los horarios para pasear se siguen manteniendo, así que salí por la mañana y vi algo de lo que ya me había olvidado: el estadio Vicente Calderón. Está prácticamente derruido y la gente hace fotos a la grada demolida para guardar el recuerdo. Me sorprendió que los escombros estuviesen cayendo al río Manzanares y contaminando todo, como si ya nada tuviera importancia.

Otra ventaja de la fase 1 es que ya puedes ver a tus amigos y seres queridos. Un poco como en la fase 0, pero de forma legal. Muchos quedábamos, irresponsablemente, a medio camino de nuestras casas para encontrarnos con amigos. Ya en serio, debo defender que llevo dos días pasando la tarde en la terraza de un bar sin agobios ni aglomeraciones, viendo a la gente ser responsable y bebiendo copazos tranquilamente. También es verdad que La Latina no es Malasaña, pero en este blog se defiende más el latineo que el moderneo. De momento no me metieron ningún sablazo excesivo: 2,50 euros por una caña es algo que ahora mismo estoy dispuesta a pagar.

Por otro lado, ayer me enteré por la prensa de que el Museo del Prado va a abrir el 6 de junio. Es curioso saber qué va a ser de tu vida por los medios, pero así funciona. Como cuando Chenoa se enteró por la tele de que Bisbal la había dejado. Un jarro de agua fría.


 
 
 

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©2020 por Lucía Pérez Álvarez

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