Cumpleaños confinado
- Lucía P. Álvarez
- 31 mar 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 3 abr 2020
Hoy es mi cumpleaños. Abandono la juventud y abrazo los 26 en medio de una pandemia mundial que ha paralizado el mundo y me obliga a estar en cuarentena para evitar el contagio. Así podría empezar la historia de un relato épico, pero no lo es. Es 31 de marzo de 2020 y estoy confinada con mis amigas en nuestro piso de Madrid.
Es una mañana lluviosa y fría a orillas del Manzanares, pero acogedora y cálida dentro de casa, que es lo que importa. Me he despertado tempranísimo y las chicas me tenían preparada una sorpresa que, por supuesto, les he reventado. Suelo hacer esas cosas. Me tenían preparado un desayuno con croissants y palmeritas y les he hecho madrugar para poder tomar juntas el café. Como llevamos 20 días aisladas saliendo únicamente para hacer la compra, lógicamente no esperaba ningún regalo. Pero a pesar de las circunstancias excepcionales, han improvisado y me han hecho un dibujo de Luke Skywalker y R2-D2 viendo el atardecer de Tatooine. Me hace gracia porque no han visto nunca Star Wars y no entienden qué han pintado, pero han acertado igualmente. (A ver si consigo que hagamos un maratón después de esto, aunque solo sea por pasar el rato).
No recuerdo con nitidez los 31 de marzo anteriores, pero siempre tengo la misma ilusión, como si fuese más importante que se acuerden de mí hoy que cualquier otro día. Eso no se pierde ni aún permaneciendo en el salón sin salir. Recuerdo las celebraciones de niña soplando las velas súper nerviosa rodeada de mis amigos y pidiendo cosas que nunca se han cumplido. Recuerdo el día de los 18, cuando mis padres organizaron una comida familiar y me anunciaron que entre todos me pagarían el carnet de conducir. Recuerdo el día de los 21, una edad que no quería cumplir, pero que la nieve que cayó aquel día sobre el campus universitario de Łódź convirtió en especial. Y el año de los 25, que empezó muy bien y fue muy bueno.
[Dejo este hueco en blanco por si a lo largo del día me pasa algo digno de contar en este blog, como que me envíen flores anónimas a domicilio o me toque la Primitiva].
[Actualización del 1 de abril de 2020]
El cumpleaños de cuarentena ha sido el más extraño de todos y por eso lo voy a recordar siempre. La imposibilidad de ver a mis seres queridos provocó que estuviese pegada al móvil haciendo videollamadas, llamadas y contestando mensajes, todos felicitándome "a pesar de las circunstancias" y repitiendo que "se nos van a acumular las celebraciones a la vuelta". He tenido mensajes originales, como el que me animó a pinchar a Julio Iglesias para celebrarlo (la música), el que tocó con la guitarra la sintonía de la mejor comedia de la historia, el que me dijo que soy una persona popular (¿?), el que sabe qué es cumplir años en cuarentena un día antes que yo (plataforma de afectados por nacer a finales de marzo) o el de la madre de Fani animándonos a hacer botellón en casa.
Mis amigas acabaron haciéndome el desayuno, la comida y la cena y logré soplar las velas y pedir un deseo en estos tiempos del coronavirus. Compraron una carrot cake y me cantaron el cumpleaños feliz junto a mi amiga Sara por videoconferencia, antes de que fuese a trabajar a la farmacia, pues ella es otra de las trabajadoras a las que hay que aplaudir a las 20:00 todos los días. Las chicas tenían pensado cantarme a esa hora en el balcón para que se uniesen los vecinos a la celebración, pero yo llevaba solo una hora al teléfono con Marina, así que dicen que lo van a hacer otro día. Total, nadie sabe cuándo es mi aniversario.
Con el tiempo, cuando terminen estos acontecimientos terribles, adornaré con más florituras el día de mi vigésimo sexto cumpleaños. Tenía sensaciones encontradas ante el hecho de abandonar la edad simbólica de los 25, pues para todas las instituciones culturales y para el metro de Madrid he dejado de ser joven y tengo que pagar como una adulta.
Pero al menos los 26 ya empiezan con una historia que escribir.
Comments