Salir de casa por la pantalla
- Lucía P. Álvarez
- 24 mar 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 13 abr 2020
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se dirigió el sábado por la noche a los españoles en una comparecencia sin mucho sentido. Los datos de la crisis sanitaria son tan negativos que su único titular destacable fue que estamos utilizando Internet más que nunca. Y nos aseguró que continuaremos disponiendo de fibra óptica, que no nos preocupemos. Menos mal, Pedro.
La crisis del coronavirus me ha dejado sin trabajo y todavía no sé qué va a pasar con las taquilleras del Museo del Prado. No tengo ningún compromiso laboral ni académico en absoluto, así que puedo decidir libremente qué hacer durante este tiempo. Es un peligro enorme y una gran responsabilidad porque en cuarentena es muy fácil dejarse llevar por el placer. Para contrarrestar lo que sabía que se me venía encima, unos días antes de la declaración del estado de alarma fui previsora y me compré mi particular libro obligatorio de Vacaciones Santillana: un libro de exámenes de portugués nivel B2. Y efectivamente, eso es lo único útil que hago.
Y es que por culpa de la cuarentena he vuelto a retomar viejos vicios, como hablar demasiado por whatsapp o entrar en Twitter cada quince minutos. El cine y las series de televisión me distraen y me aportan conocimientos, espíritu crítico y crecimiento personal, aunque es traicionero. No hay nada que me una más a una persona que compartir una serie, pues es una fuente inagotable de referencias, emoción y tema de conversación.
Ahora mismo tengo barra libre para estar las 24 horas del día en Netflix, HBO o Prime Video. Además, como necesito dosificar mi entretenimiento y ya me sé de memoria los catálogos de estas plataformas, decidí abrirme también una cuenta en Filmin y hacer ciclos de cine clásico. Pero como soy impredecible y también muy friki, hoy llega a España la plataforma de Disney y me me veo obligada a desaparecer durante unos días sin moverme de la cama.
En época de confinamiento solo salimos de casa a través de la pantalla de televisión, como dijo el otro día Elena. Me he abierto la cuenta de Disney+ y ya me ha invadido la nostalgia, que es lo que mejor sabe hacer esta compañía. La plataforma me recomienda Mulán o Anastasia, las películas que mi yo de ocho años reproducía en VHS sin parar. Me recomienda también Los Simpson, una de las dos pasiones que comparto con mi padre, junto con el Real Madrid. Me recomienda también Star Wars, la saga de la que mi madre me hizo fan cuando era pequeña. O me recomienda las películas de Marvel, esas que me recuerdan a mis amigos y a chicos con los que entablo conversación únicamente por conocer a superhéroes.
¿Qué haríamos sin Internet este mes de cuarentena? Sería más fácil no ponerse nostálgico, pero en el fondo me gusta autocompadecerme y me da justo lo que necesito: meterme un atracón lejos de aquí, en una galaxia muy, muy lejana.
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