Looks de cuarentena
- Lucía P. Álvarez
- 20 mar 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 31 ago 2021
No os voy a engañar, yo soy muy fan del pijama. Me parece la prenda de ropa más cómoda y calentita jamás hecha. La cuarentena podría servirme como excusa perfecta para estar todo el día en pijama, pero la incertidumbre de no saber hasta cuándo va a durar esta situación me obliga a dejarlo de lado progresivamente para no sentirme tan despojo humano. Pero eso sí, al moño no pienso renunciar.
El confinamiento puede servir para proponernos retos y cumplirlos. Como cuando cambiamos de año, pero esta vez de verdad. Porque hay gente que se ha enfundado el hábito de monja de clausura y ha descubierto la repostería y cómo hacer pan. Hay otros que parecen sacados de Bricomanía y están aprendiendo ahora a montar muebles y regar una planta. Los hay que se ponen a leer ese libro que tiene polvo en la estantería (El Quijote, calienta que sales) o a ver la película que aseguraban haber visto pero en realidad no (El Padrino). La cuarentena nos ha dejado sin vídeos de Pantomima Full, pero Rober Bodegas y Alberto Casado ya tienen una cantidad ingente de material.
También los hay que aprovechan para experimentar y cambiar de estilo: teñir o raparse el pelo, cortarse el flequillo, afeitarse por completo o dejarse bigote. Lo peor es que esta gente no quiere aprovechar el anonimato de la cuarentena para probar cosas, sino que suben selfies a las redes sociales para generar conversación y que les comenten lo bien/mal que están. De todos estos arrebatos sin sentido, los peores son los del bigote, de eso no hay duda.
En nuestro piso no somos amigas de los cambios radicales. El cambio de look más atrevido es el de las uñas de Fani. “Dios, es incomodísimo tener las uñas largas”, soltó ayer en la terraza mientras se miraba las manos. “Ah, ¿y eso por qué? ¿Todavía te las sigues mordiendo?”, le pregunté yo confundida. Con tranquilidad pasmosa, como si la respuesta fuera obvia y yo gilipollas, me contestó: “¡Claro! Pero ahora ya no. No con todo esto. ¿Cómo me voy a meter el dedo en la boca para morder las uñas, Lu?”. No entendí, tardé en reaccionar. ¿Por qué no puede meterse los dedos en la boca? Ostras, el coronavirus. Nos entró una carcajada tan fuerte que se debió enterar la señora del final de la calle. Porque sí, lo que no ha hecho el pintauñas con pimienta lo ha conseguido un patógeno. No todo iba a ser malo.
Por lo demás, Fani no me da juego porque todos los días se pone una camisa planchada para teletrabajar. No es que le graben con una webcam ni nada, es que ella asegura “estar cómoda” en vaqueros y blusa. Os dejo que juzguéis por vosotros mismos. Elena es graciosa porque combina estilos. Informal casual, pero no mucho. Se pone una sudadera oversize para arriba, teniendo especial cariño por una naranja y otra granate de Joy Division, pero un pantalón vaquero negro slim apretado para abajo. Lo que sí hace en cuarentena son los experimentos capilares que tanto le gustan. Está trabajando en la sombra, sin subir stories para llamar la atención de sus seguidores, pero el cabello en tratamiento de hoy será el lustroso de mañana.
No obstante, my spirit animal es Belén. Teletrabaja en pijama hasta su hora diaria de hacer ejercicio, cuando se pone unas mallas y una camiseta con promoción. Porque Belén es de las pocas que se ha marcado un objetivo en el BasicFit y lo está cumpliendo, y si no tiene material lo improvisa. El otro día encontré dos cartones de leche sobre la mesa de la televisión. Cuando nos disponíamos a ver el discurso del Rey, no el de Nochebuena, sino el que leyó el miércoles, Belén corrió a guardar los cartones. “¿Qué hace eso ahí?”, pregunté. “Nada, nada… Los utilicé para hacer ejercicio”, contestó riéndose para sí misma. Parece una forma ridícula de ejercitarse, pero la verdad es que mejor hacer pesas con Leche Asturiana que dar toques a un rollo de papel higiénico con el pie, el nuevo reto viral que circula por las redes (¿para esto compraron paquetes en masa?).
Por mi parte, yo solo me saco el pijama para comer, hacer videollamadas, escaparme al supermercado o echarme Voltarén en mi contractura muscular. He establecido un nuevo récord sin lavarme el pelo, por lo que a mi vuelta estará libre de impurezas. Vivo por debajo de mi umbral de belleza, pero esto solo lo saben mis amigas.
Pero como dice este tuit, esto es lo que le contaremos a nuestros hijos.

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