Los Juegos del Papel Higiénico
- Lucía P. Álvarez
- 16 mar 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 13 abr 2020
En un inesperado giro de los acontecimientos, la creciente crisis en Italia y el comienzo de las restricciones en España llevó a oleadas de gente a saquear los supermercados. Como si del primer día de rebajas se tratase, los españoles guardaban cola en los Mercadonas con guantes, mascarillas o bolsas de plástico en la cabeza para hacerse con víveres. Comenzaban los Juegos del Hambre.
En cualquier distopía que se precie, en una época de racionamiento la gente se pelea primero por las latas de conserva y luego por productos de lujo, como la carne, el queso o la mermelada. Sin embargo, ocurrió un fenómeno curioso. Las primeras baldas en vaciarse fueron las del papel higiénico y toallitas. Los expertos en la materia lo explican alegando que este producto es muy voluminoso, por lo que las baldas se vacían con más rapidez. Esto genera ansiedad en los clientes, que creen que se está agotando, por lo que se lo llevan aunque no lo necesiten. La verdad es que la explicación no me convence demasiado y debe haber algún impulso que nos lleva a comprar papel.
A todas las personas con las que hablo del tema les sorprende. Todos decimos que iríamos primero a por la comida, pero entonces no me dan las cuentas. ¿Quién se lleva los rollos si todos le quitamos importancia? Uno de mis jefes, en pleno gabinete de crisis para contarnos si nos íbamos a quedar o no sin trabajo, consideró importante hacer bromas con la situación. “No sé, no lo entiendo. Podemos lavarnos en el bidé”, propuso con aparente tranquilidad y una sonrisa ladeada.
La verdad salió a relucir en mi piso. Avisé a mis amigas de que no había papel en el Día, por lo que Fani fue a un Mercadona cerca de su oficina. Pum. Ya no quedaba. Se hizo el silencio en el grupo de whatsapp. Le invadió el estrés y compró un paquete de toallitas húmedas gigantes, por si acaso. Finalmente, Belén encontró papel en La Despensa y entró triunfal por la puerta de casa, levantando el papel higiénico como Rafiki hizo con Simba. Elena contó los rollos disponibles en el baño: 15. Eso bastaría para estar limpitas unas semanas.
En una conexión con mi amigo Aitor, que vive en Luxemburgo, le pregunté si necesitaba algo. “Hay que comprar papel higiénico porque mi compañera de piso siempre se olvida e igual nos cortan el agua, no sé”, me dijo. A los minutos me escribió que: “Compré un paquete solo, color rosa, que huele a rositas en el campo”. La renta en Luxemburgo es tan alta que hasta el papel de limpiarse el culo es de calidad superior.
Días más tarde, mi madre me reveló que en el Eroski de nuestro pueblo le había salido un vale con descuento en papel higiénico. “Una señora y yo nos echamos a reír cuando nos salió. Pero la verdad es que lo cogí porque había poco en casa”, me escribió. No sé qué cantidad de rollos es “poco” para mi madre, pero entiendo que entre promoción y promoción, el Eroski de Redondela quedó arrasado.
Todo cobraba sentido.
Obviamente, este acontecimiento ha despertado el ingenio de la gente. Es una obligación para mí adjuntar el meme que me ha hecho más gracia del Papel Gate.
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