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Nuestro piso es la nueva Sala Equis

  • Foto del escritor: Lucía P. Álvarez
    Lucía P. Álvarez
  • 6 abr 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 9 abr 2020

La palabra más utilizada de 2020 en nuestro piso es aesthetic. Muy por encima de “cuarentena”, “coronavirus” o “Pedro Sánchez”. Para los que no estén familiarizados con el vocablo, tengo que explicar que aesthetic es un término milenial que se utiliza para hablar de algo que es estéticamente bonito, que es llamativo visualmente y que tiene una paleta de colores adecuada, como un Zara Home o nuestros desayunos de los domingos.


Un día muy caluroso de agosto de 2017, Fani y yo cogimos un blablacar para buscar un techo donde vivir en Madrid sin saber que acabaríamos viviendo en una terraza. El tercer piso que vimos aquel día era pequeñito, aunque relativamente bien distribuido, luminoso y no muy caro. El balcón que daba a la calle era un punto a favor, pero al no esperarnos un régimen de confinamiento tres años después tampoco lo vimos determinante. Lo que nos llevó a firmar el contrato fue bajar a la calle, cruzar el paso de cebra y encontrarnos de repente con vistas al Palacio Real y la Almudena. Porque otra cosa no, pero nuestras vistas son muy aesthetics.


El punto negativo de nuestro piso es que no hay sitio de almacenaje, algo de lo que nos acordamos día sí y día también. En el baño hay un hueco alto con una puertecilla que nos podría dar un poco de margen, pero durante el tour por la casa nuestro casero dijo alegremente aquello servía “para guardar unos esquís”. Tuvimos que contener la risa porque lo que nos preocupaba era donde guardar la pasta y el arroz, cosas típicas de estudiantes, no unos esquís, por muy aesthetics que fuesen. Nos tomamos aquello como una extravagancia de la capital y, desde entonces, el armario de los esquís es el escondite secreto de la casa y nuestra broma interna más recurrente junto con la plantación de lentejas de Elena.


Hasta la llegada de la primera primavera no fuimos plenamente conscientes de cuál era la mejor parte de la casa: la terraza con vistas a la basílica de San Francisco el Grande. Con el buen tiempo prácticamente solo hacemos vida en común en esos dos metros cuadrados y, con la irrupción de la coronavirus, todavía más. Fani y Elena han montado un jardín botánico en el balcón que se une a las aesthetics lucecillas que iluminan de noche la barandilla. Una mesita de azulejos blancos y azules nos permite bombardear a nuestros seguidores en Instagram mientras tomamos el vermú porque es todo muy aesthetic. Sin ir más lejos, ayer comimos el pulpo que nos enviaron por Seur la madre y la tía de Fani, directo desde su puesto Froitos do Mar San Simón, y postureamos como nos exigía la situación, los aesthetics y Galicia en general.


No somos las únicas confinadas que sacamos partido al balcón. En Santiago de Compostela, ciudad en la que viví tres años, la Escola Unitaria ha tenido la iniciativa de animar a sus vecinos desde el suyo. Todos los días proyectan frases ingeniosas en el edificio de enfrente, algo que ha generado memes en Internet sin parar. Fani ha querido un proyector desde que nos mudamos, pero las dimensiones de nuestro salón son reducidas para montar también un cine, que es lo único que nos falta para hacer la completa imitación de la aesthetic Sala Equis. Ante la falta de pantalla, estamos viendo películas indies extranjeras de Filmin en la televisión, pero no es lo mismo.


Desde aquí me gustaría enviar ánimos a todos los que solamente se han podido permitir un piso interior sin ventanas a la calle, algo que debería estar prohibido por varias leyes distintas. Nunca podremos agradecer lo suficiente el habernos decidido por un piso con terraza.



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©2020 por Lucía Pérez Álvarez

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