Ser un poco supersticiosa
- Lucía P. Álvarez
- 22 mar 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 31 ago 2021
En una casa donde viven tres gallegas y una malagueña, Galicia se ha impuesto por completo. Siempre digo que no creo en meigas ni en bruxas, pero reconozco ser un poco supersticiosa, como Michael Scott.
Poco después de mudarnos a Madrid enlazamos una mala racha, por lo que Belén compró una ristra de ajos y los puso en un colgador de la cocina para que nos quitase el mal de ojo. No es que haya solucionado nada, pero a mí me reconforta verlos ahí.
El 1 de enero de 2020, Elena se pilló un dedo con la puerta de Delirio nada más entrar en la discoteca. No habían pasado ni tres horas de la entrada del nuevo año y nosotras ya teníamos claro que aquello no iba a ser un buen augurio. Todavía hoy tiene la uña un poco pocha, no negra del todo, pero ella va midiendo el paso del tiempo a medida que esa uña crece. Asegura que la cuarentena se terminará cuando esté saneada por completo.
El otro día casi se disloca la cadera haciendo un movimiento imposible. Estaba en el sofá comiendo torreznos (sí) cuando uno se le cayó al suelo. En el amago de levantarse a cogerlo, se chocó contra una esquina de la ventana del salón y casi se le saltan las lágrimas, no sé si por el golpe o por el torrezno perdido. Yo ostento la fama de ser la torpe de la casa y lo asumo sin avergonzarme, aunque igual ahora se empiezan a cambiar las tornas.
Relacionado con los infortunios domésticos, Fani ha recibido una multa esta semana. No por salir a la calle sin motivo, sino por sobrepasar cuatro kilómetros por hora el límite de velocidad en el (lejano) mes de enero. No es el único disgusto que le ha dado el coche, pues hace poco alguien de nuestro barrio le robó la A de la insignia de Opel Astra, como en el aquel capítulo en el que Bojack Horseman se llevó la D del cartel de Hollywood.
Me empiezo a sentir mal escribiendo banalidades personales en medio de una crisis sanitaria mundial de este calibre. Las cifras de fallecidos siguen aumentando, la situación en los hospitales y UCIs es crítica y el Gobierno ha anunciado hoy que el estado de alarma se prolonga oficialmente otros 15 días. Hay que confiar en que esto paliará el avance de los contagios, quedándonos en casa y siendo responsables con la situación. Y para que esto no nos afecte también a la salud mental, necesito despejarme pensando en lo que considerábamos dramas en enero de 2020 y seguir haciendo bromas con ello.
Poned ajos a la vista en vuestra cocina y a lo mejor así nos sentimos todos más protegidos.
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